Apareció en la laguna un animal parecido a un Toro de Luz. El miedo y rencores intentaron flecharlo, queriendo robarle la Estrella más grande y apoderarse del Fuego. 

“Descascararon su espíritu y escaparán siempre de él flamas y encenderá candelas” se aprovecharon los hombres y las mujeres que llegaron corriendo con yesca y con ramas y leña, encendiendo con esas chispas... hasta creciendo la lumbre, que indignó más al Fuego. 

Fuego de Estrella, que no pertenece a nadie. No es de él, no suya, ni de nadie; aunque le tapen los ojos al Toro nada podría impedir verla, hablarle... incendiará sin piedad al que se atreva pronunciar su nombre. Y quienes lo han hecho ya arden en vida por no comprender el honor de ser hijos ni padres.

Recuerden al Sol, al Fuego. El único Lugar que puede ser Tiempo y en medio del lomo quedará la madera y reliquia. En la Puerta del Cielo, el Amor y la Magia, han ungido su Cuerpo. 

Blanca la arcilla y blanca la arena que sanará mil heridas de agua y de viento. Alquitrán y recuerdos de un mártir a Dios. Indestructible a la rabia y a la profunda tristeza. El torito de luz y de fuego es movimiento circular, danza y juego, hechizo, silbido y son. 

Simboliza la vida y hace nacer la alegría y la risa. El correrá fuerte como las tempestades y los relámpagos, como los rayos y como los truenos que destruyen cualquier torre de ego. 

Que lluevan chispas fecundantes. En la oscuridad de la noche festiva, en ese lugar llamado Fuego, que jamás será infierno, en cambio mi mejor talismán. 

... Leyendas Mexicanas del Fuego y Sian Ka’an. 2020. R. Orozco®

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